DÍA 41 DEL GOLPE - Viernes, 7 de agosto de 2009
Caminos y recodos, 7 de Agosto de 2009
Candelario
Amigo poeta:
Viene el pueblo, bajan por caminos, recodos y veredas, a pie, bajo el inclemente sol y la lluvia. Es de frente, con la frente en alto. Aquí nadie baja las orejas. Caminar es el diálogo, la protesta, la desobediencia. Así es que el pueblo se hace sentir. Así se afirma el suelo de los caminos, caminando se hace el músculo de la verdad.
Ahora la posición es clara, me llegan voces y te las paso, paso a paso: Reparar la democracia. Fundar la Asamblea Constituyente para limpiar el rostro de la patria. Volver el ejército una institución sujeta al fuero civil y dar baja deshonrosa a los oficiales, mientras se disuelve este brazo que se encargó de llenar de sangre la Cuarta Urna; lo que pudo ser una consulta sana, democrática, pacífica, me dice el eco y el viento de las montañas, fue pisoteado por la bota criminal.
Oigo voces, escucho resonar el suelo. Viene la gente humilde, caminando, caminante refundando la nación. Este contragolpe hace al pueblo bueno. Su trote es la revolución pacífica tan necesaria en la patria de Francisco Morazán y de Lempira. Eso dicen las voces que yo absorbo del rocío de la grama, igual que anticipadamente puedo escuchar los temblores de la tierra. Tiembla el viento, las consignas y las canciones pueblan el eco y el rumor de los caminos. El destello del alba también me conversa. Se escuchan voces y reclamos de que la brutalidad y la represión no pueden tener cabida donde debe prevalecer la inteligencia, la generosidad y la vida. La gente es humilde, pero piensa, siente y decide. Esa es su Soberanía más elemental, el sentido de la decencia.
¿Qué vulgaridad de nación seríamos, Palmerolo, me dijo un joven tolupán, si en el país va a prevalecer el crimen, la balacera, el oprobio. Y el provecho insaciable de los bienes culturales y naturales sólo premia a una minoría, que para colmo, Honduras, no es su patria, y nos ve a nosotros los pobres como a enemigos?
El ejército ha dado claras muestras de que no es patriótico, que es extranjero y que sigue señales de una soberanía ajena a la del pueblo hondureño que hoy va en esta peregrinación de paz. Eso, hasta yo que soy burro lo comprendo. Nunca han sido los ejércitos para el bien. Mi pueblo ha sido exterminado. Eso dice el pueblo Tolupán, eso sienten sus ojos que sollozan al pensar en las madres de los que han sido asesinados por este régimen de golpe. Allí está la sangre caída, me repite. Sólo el pueblo puede levantarla.
Poeta, estamos a la espera de que suceda con esta peregrinación el milagro de Jesús caminando sobre las aguas: La patria no puede ser más salvaje, en nombre de una civilización que sólo a los salvajes les conviene. Eso piensa el gran patriarca. Eso dicen las voces de los hijos de la patria, que claritas me llegan. Son las voces de la resistencia. A pie, de pie, cantando, haciendo arte, maravillándose de su grandeza.
Yo también voy con el pueblo en esta peregrinación. Soy un borrico, llevo carga, para bien no cargo en mis hombros crímenes, ni pesos que representen una ofensa a la dignidad del suelo del que me alimento, ni de los míos, ni de los otros, ni de los buenos, ni de los peores; que soy burro, pero caminando aprendo, que es de necios creer que la verdad se justifica con crímenes, o que la mentira se vuelve verdad con la brutalidad de las coces y los golpes. Eso es de tiranos, no de animales.
Seamos humildes, en el sentido de buenos y dignos, que es la opción que nos queda para poder vivir en este planeta que es todo generosidad y no espera menor pago de sus hijos. Y así cada día nos regalará la multiplicación de los panes, que es el mejor milagro de la sencillez de la madre tierra, que germina y se reinventa en una gran verdad cotidiana, vivible, respirable, comestible. Amorosamente madre de todas las verdades: la vida.
Te saludo poeta y que este golpe que nos ha tocado el corazón, sane a la patria. Hoy o nunca, que el pueblo ha abierto ya los caminos a costo de la sangre de sus hijos íntegros en la fe de que la patria no es un destierro.
Palmerolo
Tu paisano borrico.
Amigo poeta:
Viene el pueblo, bajan por caminos, recodos y veredas, a pie, bajo el inclemente sol y la lluvia. Es de frente, con la frente en alto. Aquí nadie baja las orejas. Caminar es el diálogo, la protesta, la desobediencia. Así es que el pueblo se hace sentir. Así se afirma el suelo de los caminos, caminando se hace el músculo de la verdad.
Ahora la posición es clara, me llegan voces y te las paso, paso a paso: Reparar la democracia. Fundar la Asamblea Constituyente para limpiar el rostro de la patria. Volver el ejército una institución sujeta al fuero civil y dar baja deshonrosa a los oficiales, mientras se disuelve este brazo que se encargó de llenar de sangre la Cuarta Urna; lo que pudo ser una consulta sana, democrática, pacífica, me dice el eco y el viento de las montañas, fue pisoteado por la bota criminal.
Oigo voces, escucho resonar el suelo. Viene la gente humilde, caminando, caminante refundando la nación. Este contragolpe hace al pueblo bueno. Su trote es la revolución pacífica tan necesaria en la patria de Francisco Morazán y de Lempira. Eso dicen las voces que yo absorbo del rocío de la grama, igual que anticipadamente puedo escuchar los temblores de la tierra. Tiembla el viento, las consignas y las canciones pueblan el eco y el rumor de los caminos. El destello del alba también me conversa. Se escuchan voces y reclamos de que la brutalidad y la represión no pueden tener cabida donde debe prevalecer la inteligencia, la generosidad y la vida. La gente es humilde, pero piensa, siente y decide. Esa es su Soberanía más elemental, el sentido de la decencia.
¿Qué vulgaridad de nación seríamos, Palmerolo, me dijo un joven tolupán, si en el país va a prevalecer el crimen, la balacera, el oprobio. Y el provecho insaciable de los bienes culturales y naturales sólo premia a una minoría, que para colmo, Honduras, no es su patria, y nos ve a nosotros los pobres como a enemigos?
El ejército ha dado claras muestras de que no es patriótico, que es extranjero y que sigue señales de una soberanía ajena a la del pueblo hondureño que hoy va en esta peregrinación de paz. Eso, hasta yo que soy burro lo comprendo. Nunca han sido los ejércitos para el bien. Mi pueblo ha sido exterminado. Eso dice el pueblo Tolupán, eso sienten sus ojos que sollozan al pensar en las madres de los que han sido asesinados por este régimen de golpe. Allí está la sangre caída, me repite. Sólo el pueblo puede levantarla.
Poeta, estamos a la espera de que suceda con esta peregrinación el milagro de Jesús caminando sobre las aguas: La patria no puede ser más salvaje, en nombre de una civilización que sólo a los salvajes les conviene. Eso piensa el gran patriarca. Eso dicen las voces de los hijos de la patria, que claritas me llegan. Son las voces de la resistencia. A pie, de pie, cantando, haciendo arte, maravillándose de su grandeza.
Yo también voy con el pueblo en esta peregrinación. Soy un borrico, llevo carga, para bien no cargo en mis hombros crímenes, ni pesos que representen una ofensa a la dignidad del suelo del que me alimento, ni de los míos, ni de los otros, ni de los buenos, ni de los peores; que soy burro, pero caminando aprendo, que es de necios creer que la verdad se justifica con crímenes, o que la mentira se vuelve verdad con la brutalidad de las coces y los golpes. Eso es de tiranos, no de animales.
Seamos humildes, en el sentido de buenos y dignos, que es la opción que nos queda para poder vivir en este planeta que es todo generosidad y no espera menor pago de sus hijos. Y así cada día nos regalará la multiplicación de los panes, que es el mejor milagro de la sencillez de la madre tierra, que germina y se reinventa en una gran verdad cotidiana, vivible, respirable, comestible. Amorosamente madre de todas las verdades: la vida.
Te saludo poeta y que este golpe que nos ha tocado el corazón, sane a la patria. Hoy o nunca, que el pueblo ha abierto ya los caminos a costo de la sangre de sus hijos íntegros en la fe de que la patria no es un destierro.
Palmerolo
Tu paisano borrico.
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